Corré la voz, vos: Multimedios Ámbar: Oscar Oliva entre poetas jóvenes, un cielo impoluto y los colores de Bacalar

Oscar Oliva entre poetas jóvenes, un cielo impoluto y los colores de Bacalar

Hace algunos años tres chiapanecos realizamos recorridos por los estados mexicanos fronterizos con Centroamérica y países del Caribe. El objetivo era realizar talleres, conocer lugares enigmáticos de los Mayas, convivir con sus habitantes tan lejos, pero tan cerca, de nuestra querida patria chica: Chiapas.

Un día el poeta Oscar Oliva, el antropólogo Andrés Fábregas y el que escribe, periodista, tomamos una camioneta y nos lanzamos por los caminos de la frontera sur de México. Cada uno daba su taller por separado.

El texto que a continuación comparto es de uno de los talleres impartido por el poeta oliva en la laguna de Bacalar, al sur del estado de Quintana Roo, en donde había un taller de poesía con jóvenes de la región.

Poesía, laguna y colores acompañaron al poeta Oliva en “El Retiro”, un restaurante-hotel de pequeñas chozas pintadas de amarillo y rojo.

Frente a la laguna de azules, en chozas hechas de guano y un cielo impoluto en donde algunos aseguraban que veían el rostro de Dios.

El profesor Ramón presenta al poeta Oscar Oliva vestido de Camisa de cuadros negros y blancos. Enfrente siete poetas que no rebasan los catorce años. Cada uno de los poetas trae carpetas y cuadernos.

El poeta chiapaneco pide que le expliquen la forma en que desarrollan el taller.

Tania toma la palabra. Mujer de doce años vestida de color rojo y su cabello detenido con un prendedor de tela negra que parece mariposa. Tania da la información a nombre de los poetas noveles.

“Es un taller que tiene un año y hay alumnos que apenas inician y ahora tenemos unos poemas”.

-En qué año vas, pregunta el poeta Oliva.

-Segundo de secundaria, responde.

El taller tenía dos años de haberse fundado en esta región del estado de Quintana Roo. Muchos ya habían digerido metáforas, imágenes, ritmos…

Cada niño o niña, cada joven poeta archiva en su carpeta 50 poemas.

-Cómo te llamas, pregunta Oscar a una muchacha vestida de azul.

-Yamira, le responde.

-Cómo trabajan en el taller, inquiere el chiapaneco.

Yamira hace una breve pausa y explica.

“Los maestros nos explica cómo es un poema y nos van sugiriendo normas (esquemas). Después se lee en clases, se apunta en el pizarrón y se analiza.

Le piden a Yamira que enseñe el poema original a Oscar Oliva y le muestre el poema final, ya corregido en el taller.

“Tenemos un poco de debilidad en el análisis, pero para nosotros lo más importante es imbuirse en el impulso creativo en la capacidad de la imaginación”.

-Claro, primero una motivación para ir dando un ropaje verbal, contesta Oscar a otra muchacha espigada, morena, con un lunar en la mejilla.

El poeta Oliva hace una pregunta como un disparo al coordinador del taller.

Israel Miranda explica que coordina un taller en un pueblo cercano. Pero no ha dejado de venir al taller de Bacalar.

El poeta Oliva le pregunta que quienes son sus poetas preferidos.

La respuesta es inmediata: Me gusta Pablo Neruda (Chile), Nicolás Guillén (Cuba), Octavio Paz (México), “me gustan varios estilos, me gusta la poesía tradicionalista; la que más me gusta es la poesía de protesta y después la romántica”.

Llega tarde Daniel, el coordina el taller de Carrillo Puerto. De inmediato el joven se embulló después de escuchar a Oliva.

“Estamos viendo las formas de construcción de la metáfora y hacemos versos libres”. Informa que son 15 personas de 9 a 13 años.

Interviene Oscar Oliva.

-Ustedes están en la edad no solo de transformar frases en metáforas sino ir percibiendo la música, el ritmo. Es necesario conocer la poesía tradicional, todo lo que se dio en el siglo XIII, XIV, XV y XVI. Aprender las cuestiones teóricas del verso español, es difícil, pero se debe conocer a los poetas heptasílabo.

Pregunta a otro de los jóvenes: ”Cómo te llamas”.

“Carlos Eduardo”, contesta.

Carlos Eduardo es un pequeño de playera blanca y negra, De doce años.

- ¿Quién es el mejor poeta de ustedes? cuestiona Oscar.

-Todo escribimos diario, le responden sin chistar.

-¿Poemas, tienes?

-Treinta

-Qué barbaridad, ni Juan Bañuelos tiene tantos poemas, bromea Oliva de su compadre y cuasi hermano el poeta chiapaneco Bañuelos.

-Que poema te gusta más

-El preso

-Léelo, le pide el poeta chiapaneco.

Preso

El candado tiene cadena perpetua

Ha cometido el delito

De encerrar joyas

En un cofre

Y quedará tras las rejas

Hasta oxidarse

No pienso dar fianza

A ese pillo que

Ahora encadenado

Espera la llave del destino.

- ¿Tú cómo te llamas?

-Yo desarrollo la cotidianidad de mi vida; de ahí me baso para hacer mi poesía, dice un joven gordito de camisa amarilla y una gorra en la bolsa de la camisa, autor del folleto de la cotidianidad.

Oscar habla de Rubén Darío (Nicaragua) como uno de los mejores poetas que han existido. Les sugiere leerlo con mucha tranquilidad, pues tiene mucho tiempo por delante.

Platica anécdotas de Rubén Darío (Nicaragua), Pablo Neruda (Chile) y Federico García Lorca (España).

Oliva señala que Neruda y García Lorca no hubieran podido hacer lo que hicieron sin Rubén Darío. Platica una anécdota de Neruda y García Lorca en Buenos Aires, Argentina.

Los dos poetas, continúa, se encontraron e hicieron los dos un gran discurso a la limón improvisado y fue un homenaje a Rubén Darío. “Aceptaron no solo la maestría de Darío, sino que fue un poeta que siempre sumaba a otro, a otro, a otro…”

Qué significa ser un gran poeta, para serlo hay que leer mucho. La poesía es trabajo y dedicación.

¿Quien quiere leer otro poema?, pregunta y responde de forma afirmativa Raúl, quien toma el cuaderno de Cotidianidades y lee el poema número 15 de su creación.

Oliva sigue preguntando con una voz melodiosa: “¿Tú también quieres leer?”. El muchacho mueve la cabeza de forma afirmativa, toma su cuaderno amarillo y escoge un poema que comparte con voz alta como si fuera una sinfonola.

Poco a poco los niños se transforman, dejan a un lado la timidez. Se adueñan de la palabra, invaden el espacio y dejan libre el fuerte sonido del viento, así como del cenzontle agazapado en las aguas azules de Bacalar.