viernes, 3 de agosto de 2018

Entre fronteras: Los retos de AMLO, justeza en reparto de publicidad y poner fin al Chayote, el soborno de los periodistas




Juan Balboa

Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, está obligado a normar con justeza la publicidad oficial y terminar con la famosa Ley Chayote. El colectivo #MediosLibres le han solicitado al nuevo presidente  y a los próximos legisladores derogar la Ley Chayote, la cual está impugnada en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El mismo senador electo de Morena en la Ciudad de México y uno de los más influyentes dentro del partido morenista, Martí Batres, ha dicho que la reducción al gasto de publicidad anunciado por López Obrador debe estar acompañada de los nuevos criterios de asignación que establezca la siguiente legislatura
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han expresado su interés en el asunto, especialmente después de que el Senado de la República aprobó, en el primer semestre, la Ley General de Comunicación Social (también conocida como la Ley del Chayote), que permite, entre otras cosas, que la Secretaría de Gobernación regule y administre el gasto en publicidad gubernamental.

El Chayote, el soborno de los periodistas

Desde el gobierno del presidente de México Adolfo López Mateos (1958-1964), el nombre de la fruta chayote - es una cucurbitácea cuyo fruto es de amplio uso como hortaliza- empezó acuñarse como un término coloquial para nombrar a la corrupción –sobornos aceptados- entre los periodistas mexicanos.
Organizaciones de defensa de los derechos de los periodistas, centros de investigación de derechos a la información, activistas y periodistas no tienen duda de que la cosecha del “Chayote” es ahora más productivo entre el gremio pero la forma en que se obtiene se ha estilizado.
Todos coinciden en que la corrupción (Chayote) entre los periodistas persiste en la mayor parte de México, incluyendo el soborno a periodistas mal pagados para influir en su producción editorial, así como otros pagos supuestamente efectuados a editores, propietarios y publicistas.
El informe "Comprando complacencia: publicidad oficial y censura indirecta en México" del  Centro de Análisis e investigación, Fundar, y la oficina para México y América Central de Articulo 19, destaca que los reporteros mexicanos se enfrentan a sueldos miserables, a la inseguridad en el empleo,  puestos competidos, violaciones de las disposiciones laborales, y una amplia gama de riesgos físicos que pueden culminar en asesinato.
Y dan un dato demoledor: “Los periodistas que están empezando sus carreras pueden esperar un sueldo de 3,000 a 4,000 pesos mensuales (de 226 a 300 dólares)”. En Oaxaca los periodistas se les paga de 30 a 40 pesos (de 2,5 a 3 dólares) por cada artículo publicado.
Los bajos salarios hacen vulnerables a los trabajadores de los medios de comunicación y, en su mayoría, deben buscar un segundo empleo; son presas de la corrupción (El Chayo) y optan por soluciones menos legales y éticas; pero sobre todo buscan alternativas para enmascarar las dádivas que reciben por parte de los gobiernos municipal, estatal y nacional.
Los representantes de Fundar, Artículo 19, la Casa de los Derechos de los Periodistas y Sala de Prensa, en entrevista, hacen la radiografía de las nuevas formas de corrupción o ayuda estatal que corrompe al gremio periodístico:
“Algunos reciben un nombramiento oficial como asesores del gobierno para justificar los pagos mensuales que se les han realizado; los reporteros cubren un evento oficial, publican el artículo, y luego buscan al funcionario para recibir el pago por su cobertura; se entrega publicidad a periodistas con proyectos “independientes” y empresas relacionadas con funcionarios públicos.
Compra de espacios en empresas de radio y televisión para canalizar supuestos espacios publicitarios del gobierno a periodistas y encubrir el soborno; proliferan los diarios digitales en Internet, la mayoría es propiedad de los periodistas, para canalizar a través del portal la publicidad oficial.
Dentro de la información que publica la Dirección de Normatividad de Comunicación del gobierno de México  www.normatividaddecomunicacion.gob.mx), destacan los pagos “oficiales y legales” efectuados a varios periodistas de diferentes medios nacionales.
Hace poco se dio a conocer una lista de varios periodistas que aparecen en los gastos de publicidad del gobierno federal, la mayoría periodistas conocidos y cuya supuesta publicidad aparecen ¡como transferencias directas.
Algunos periodistas además tienen sus propios sitios de noticias, justamente, por la influencia que tienen. Algo así está pasando con las redes sociales, por ejemplo: Un perfil con influencia puede ser considerado un medio de comunicación por sí mismo, o al menos tiene ese potencial, por el público al que puede llegar cuando tiene muchos seguidores.
De acuerdo al Informe sobre la Ejecución de los Programas y las Campañas de Comunicación Social del Gobierno de la República de México, tan sólo la Secretaria del Trabajo y Previsión Social pagó, en el 2013, a los conductores del programa de “Tercer Grado” (de la poderosa empresa Televisa) la cantidad de 9 millones de pesos ( Casi 800 mil dólares).
La mayoría de los periodistas que reciben El Chayo son propietarios de diarios digitales o programas de radio en la Ciudad de México. Varios de estos portales además de recibir propaganda del gobierno federal, también tienen propaganda del gobierno de la Ciudad de México y el partido oficialista, el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Es importante destacar que la mayoría de los hogares en México dependen de la radio y la televisión para obtener noticias e información diaria. El 93% de los hogares mexicanos tiene un televisor y acceso a la televisión abierta.
Sólo el 45% tiene acceso a la televisión de pago. El mercado de la televisión abierta mexicana está dominado por dos actores: el grupo Televisa que cuenta con tres cadenas y 70% del mercado; y TV Azteca, propiedad de Grupo Salinas.
Las dos principales cadenas públicas, Once TV y Canal 22, poseen menos del dos por ciento de la audiencia nacional. México cuenta con 56 estaciones de radio y televisión públicas, pero su número no es equivalente a su impacto.
México también tiene un gran sector de prensa escrita. De acuerdo al Padrón Nacional de Medios Impresos hay 1,168 publicaciones impresas en todo el país. Sin embargo, la mayor parte de sus lectores se encuentra en la Ciudad de México, donde se publican los cinco periódicos más influyentes del país.
La falta de transparencia impide tener un conocimiento preciso de los datos de circulación, y se cree que muchas publicaciones ofrecen cifras de circulación infladas e irreales. El acceso a Internet en México ha ido creciendo rápidamente, pero para la mayoría de la población aún no le es tan asequible, sobre todo en las zonas rurales.


jueves, 2 de agosto de 2018

Entre fronteras: La lucha de Facebook por deshacerse de las Fake News





Juan Balboa

Facebook quiere eliminar 83 millones de cuentas falsas o “Fake News” de las 855 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo. La plataforma de Facebook quiere deshacerse de las noticias falsas porque están afectando al mundo de las redes sociales.
 Las Fake News, o las informaciones falsas, se han convertido en una de las tendencias de los últimos años, es un fenómeno que se debería intentar minimizar y luchar de raíz contra él, pero es una mina de oro, un gran negocio de enormes proporciones, el cual es difícil de cuantificar y tratar de detener en estos momentos.
Generalmente el debate que antecede al voto de los electores en unos comicios está permeado por mentiras, rumores y verdades a medias. La capacidad de transmisión de las noticias falsas a lo largo del tiempo ha ido pareja al medio: de boca en boca, por carta postal, email, redes sociales y mensajería. A pesar del avance tecnológico, las noticias falsas siguen teniendo las mismas características, pidiendo que el mensaje se reenvíe a todos los contactos. “¡Reenvíalo!” o “¡Compártelo!” es casi equivalente a “Firmado”.
                                                     


De acuerdo a varios estudiosos, el votante esté cada vez menos interesados en conocer la verdad. Este ambiente pre electoral es provocado casi siempre por las noticias falsas (Fake News o Bulos, Según la Real Academia Española, un bulo es una "noticia falsa propalada con algún fin"). Las noticias falsas han existido siempre, pero ahora las redes sociales y la mensajería como WhatsApp permite mayor resonancia en menos tiempo.
La verificación de hechos o verificación de datos en periodismo se refiere a la labor de confirmar y comprobar hechos y datos que se usan en los discursos (sobre todo los políticos) y en los medios de comunicación, redes sociales y la mensajería.
 Miles de personas pueden haber visto esos contenidos y pueden haber colaborado en su difusión. Es imposible entrar en las redes sociales y no ser bombardeado por decenas de informaciones falsas cada día.
Aunque creas que el problema es de otros, tú también contribuyes a esta espiral de sin sentido que llena las redes sociales. Es así de sencillo: si no estás seguro de que la noticia es verdadera, no la compartas.
¿Cómo saber si es una noticia verdadera o falsa"?
Según varios estudios, entre ellos el realizado por Poynter Institute, es vital tener en cuenta, por ejemplo, ¿Quién publica la historia? Si es una exclusiva de una página desconocida de Internet o de un medio del que vale la pena desconfiar, no te lo creas.
Algunos  Fake News o Bulos no son publicados como tal, sino que son noticias satíricas de medios especializados. Si te suena a chiste o no te acaba de cuadrar, entra en la web y mira si el resto de noticias también siguen la misma pauta.
Los más complicados son aquellas noticias verdaderas a las que se le han añadido connotaciones falsas con intención de distorsionar la realidad. Si no estás seguro de la veracidad de este tipo de exclusivas, mira si el resto de medios la publican. Nunca leas solamente el titular, ya que puede que no refleje la verdad de la historia. Muchas veces el titular no tiene nada que ver con el texto.
Ya no estamos en un mundo en el que se use la razón. Estamos en un mundo que prefiere el bullying. Ese es el desafío que periodistas y fact-checkers debemos descifrar en esta época en la que vivimos.
El término en inglés fact-checking se traduce literalmente como “chequeo de hechos”, y la traducción habitual es la de “verificación de hechos” o “verificación de datos”, también puede ser “verificación de información”, puesto que lo que se hace es comprobar la veracidad de un contenido informativo, ya sea una afirmación concreta o una idea expresada de cualquier forma.
En ese escenario de “post-verdad”, las iniciativas de fact-checking han experimentado un boom global, incluyendo a América Latina, donde cada vez más periodistas están involucrados en iniciativas de chequeo del discurso público o de verificación de la noticias y rumores que proliferan en las redes sociales.

La verificación de información no es algo nuevo en el periodismo. En las redacciones tradicionales, los textos son revisados en múltiples ocasiones antes de su publicación para asegurar la veracidad de los hechos y la precisión con la que están escritos. Pero desde la década de los 2000, comenzó a surgir un tipo diferente de verificación de hechos posterior a su publicación, esta vez enfocada en declaraciones hechas por figuras públicas.
De acuerdo con el Poynter Institute, el fact-checking como lo conocemos hoy surgió en 2003, con el lanzamiento del sitio Factcheck.org en Estados Unidos. La práctica ha crecido, y hoy los verificadores del mundo tienen una red de colaboración internacional (la International Fact-Checking Network - IFCN, del Poynter Institute), un código de principios, una cumbre global anual e inclusive un día internacional del fact-checking, que se celebra el 2 de abril, un día después del April Fool’s Day.