El
Papa Francisco se hincará y rezará frente a la tumba de Samuel Ruíz García, ex
obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, ubicada en la Catedral
de la Paz de la ciudad colonial de Chiapas. Un grupo de periodistas le hacemos
un homenaje al “jtatik” (padre en lengua tseltal) que consolidó una pastoral
cercana a los pobres y marginados, además de construir – junto con teólogos y
obispos de Brasil, Perú, Bolivia, México…- la teología de la liberación. A
reserva que se tenga el folleto impreso y digitalizado en las próximas horas, a
partir de la llegada del Papa Francisco a Chiapas publicaremos en las redes
sociales algunos de los los materiales redactados en homenaje a “jtatik”.
Texto: Elio Henríquez, Juan Balboa y Berenice
Moreno.
Caricatura: Enrique Alfaro.Fotografías: Carlos Martínez Suárez.
Corrección: Humberto Pérez Matus.
Producción general: Enrique Alfaro y Juan Balboa.
Jtatik (padre) Samuel
Juan Balboa
San Cristóbal de
Las Casas , Chiapas, México.- Nuca se imagino el obispo Samuel Ruiz García que
su travesía por Jerusalén, en los años cincuenta, lo volvería a realizar en el
año dos mil para despedirse en Tierra Santa como obispo titular de la diócesis
de San Cristóbal de Las Casas, una de las más importantes en América Latina.
Tampoco el
sacerdote Patricio Arroyo, uno de los religiosos más cercanos a la familia Ruiz
García, en León, Guanajuato, pensó que con sus gestiones, primero, para
conseguirle una beca en el Seminario de León, y después, en una escuela de
Roma, estaba gestando a uno de los obispos más polémicos de México en el
presente siglo y sembrador de la semillas de la Teología de la Liberación en
Latinoamérica.
A Samuel Ruiz
García la suerte lo acompaña desde siempre: su madre embarazada no quiso que su
hijo Samuel naciera en la ciudad estadounidense de Colton, California, lugar en
donde junto con su esposo Maclovio trabajaban como indocumentados en el corte
de la fruta.
“No quiero que
mi hijo nazca en estas tierras de sufrimiento”, recordaba, en 1999, María de la Luz Ruiz García, hermana
del obispo Samuel Ruiz García, quien murió el 24 de enero de 2011 en la Ciudad de México.
Maclovio Ruiz
Mejía, según la hermana de don Samuel –también fallecida y sus cenizas
colocadas el miércoles pasado al lado del féretro del obispo emérito de San
Cristóbal de las Casas- , había vivido de carne propia el sufrimiento de los
mexicanos indocumentados en Estados Unidos, razón por lo cual rechazaba a los
vecinos del norte.
En los años
treinta, estuvo en primera fila en las luchas campesinas sinarquista de
Irapuato. María de la Luz , la hermana que siempre estuvo al lado del
obispo Samuel, evoca a su padre como un hombre que rechazaba a los
norteamericanos y por eso estaba al lado de los campesinos.
“Era muy justo,
él diseño y construyó tabique por tabique la casa en donde vivíamos. A Samuel
lo respecto siempre.
“Cuando era
joven todos los de su edad lo respetaron y le daban el paso en la banqueta.
Para mi padre y Samuel primero estaba Dios antes que otra cosa.
“Mis padres eran
como consejeros del barrio. Mi madre (Guadalupe García Esteban) preparaba a los
niños para la primera comunión; casaba a los que no lo estaban; a los casados
con problemas en su matrimonio los reconciliaba; aconsejaba a los alcohólicos y
atendía a los enfermos que no tenían para curar sus enfermedades.
“Todos los
problemas del barrio repercutían en la casa”, rememoraba en una entrevista con
el reportero realizada en la casa diocesana de San Cristóbal de las Casas en el
año 1999, a
unos meses de que Samuel Ruiz García dejara de ser el obispo titular de la
diócesis de San Cristóbal que presidió durante 40 años.
María de la Luz aseguraba que sus padres
se fueron a vivir a San Cristóbal de las Casas, en donde también se encuentran
enterrados, con el hijo obispo.
Resalta en la
entrevista el “gran respeto” de sus progenitores al hijo y al obispo, y no se
le borra de la mente cuando su padre Maclovio decía: “Aún con ese respeto, sé
que las nalgas no las tiene consagradas, y si que puedo reprenderlo”.
En la
entrevista, la hermana María de la
Luz no podría dejar de comparar las bondades de su padre
Maclovio con los de su hermano Samuel: “Nunca reclama Samuel, si la comida está
mal nada hace”.
Después de cada
comida, recordaba, agradece a los indígenas en cada dialecto. Si hay, agregaba,
en una mesa extranjeros e indígenas traducía para todos (del tsotsil al inglés;
del alemán al tseltal), y remata: “Samuel es como mi padre, justo y bondadoso”.
La relación entre
el obispo Samuel Ruiz y su hermana Lucha, como se le conocía en la intimidad de
su familia, era fuerte, eterna, grande.
Cuando el obispo
Samuel Ruiz García recordaba públicamente la agresión en contra de su hermana,
en 1998, siempre expresó una sensación de rabia por el atentado en contra de la
vida de la persona con la que compartía y era ajena a los problemas políticos.
En una
entrevista realizada en momentos del Diálogo de San Andrés, monseñor Ruiz
García se refería con dolor a las agresiones a la diócesis de San Cristóbal y,
desde luego, al atentado que sufrió su hermana Lucha, el cual, aseguraba, fue
planeado y se pagó por ejecutarlo.
En varias
ocasiones el obispo de San Cristóbal de las Casas fue agredido e intentaron
asesinarlo. El 5 de noviembre de 1997 (un mes y medio antes de la masacre de
Acteal) fue emboscado, junto al obispo coadjutor Raúl Vera, en el municipio de
Tila, al norte del estado, por el grupos paramilitares de Paz y Justicia.
La agresión se
realizó con armas de fuego y ocurrió a las 18:40 horas, cuando acompañados de
60 personas regresaban de Guadalupe Jonapá, en el momento que transitaban por
la comunidad El Crucero, controlado por Paz y Justicia.
En el interior
se encontraban el párroco de Tila, Heriberto Cruz Vera (quien fue el animador
el miércoles pasado de la misa masiva frente a Catedral por las honras fúnebres
del prelado), dos religiosas, varios catequistas de la parroquia y el médico
del dispensario.
“Nos recibieron
con ráfagas de disparos que provenían del monte a una distancia de unos cien
metros de los vehículos en que nos transportábamos'', recuerda en una
entrevista el párroco de la
Iglesia del Cristo Negro de Tila, Heriberto Cruz Vera.
Días después de
la emboscada le pregunte al obispo:
-¿En qué momento
sintió usted miedo o temor a una agresión física, existe un sector en especial
en quererlo eliminarlo o causarle daño?
-No entiendo la
razón de ser de la pregunta ¿Si Cristo como hombre tuvo miedo en Gethzemani,
ante su próxima pasión, le resta algo a ella?
“Si hay
amenazas, si agredieron de muerte a mi hermana en mi propio domicilio (don
dinero ofrecido de por medio y una libertad de rápida para el agresor); si con
apoyo de ciertos niveles de autoridad se amenazó con quemar la Catedral y fue agredida
la casa episcopal, habiendo sido documentado el caso con numerosas fotografías
de quienes lo hicieron. ¿Cabe la pregunta de si hay un sector especial que
quiera causar daño?
“Si los agentes
de pastoral expulsados con lujo de violencia sigue siendo un hecho vergonzoso,
y si permanecen inexplicablemente cerrados varios templos de la diócesis. ¿Cabe
aún la pregunta?”
El obispo de San
Cristóbal de Las Casas rechazaba que la situación que se dio en 1993 cuando se
pidió su traslado, haya tenido causas intraeclesiásticas, pues aseguraba que
desde esferas oficiales (el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari)
pidió su remoción de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.(CVV).
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