sábado, 7 de agosto de 2021

La misteriosa lámpara que causo la muerte de Rosario Castellanos

 

Hace 46 años, un 7 de agosto de 1974, en Tel Aviv, Israel, fallecía la escritora Rosario Castellanos a causa de un choque eléctrico provocado por una lampara.

Varios personajes cercanos a ella dudan de la veracidad de la versión; Algunos aseguran que fue un accidente, otros creen que fue un suicidio.

Rosario Castellanos nació en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1925, pero se trasladó junto a su familia a Chiapas, pasando toda su infancia en una hacienda en Comitán, en una zona habitada por mayas de las etnias Tseltal  y Tojolabal.



La opresión a los indígenas como a las mujeres se transformaron en los temas de su bella literatura: Balún Canán (1957), Ciudad Real (1960), Oficio de Tinieblas (1962) y Mujer que sabe latín (1973).

Antes de convertirse en embajadora, Rosario Castellanos estudió en 1941 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); luego consiguió su maestría en 1950 y, gracias a una beca, viajó a Madrid para estudiar Estética.



Impartió clases en la Universidad Atónoma de México (UNAM) y en la Universidad Iberoamericana. En Estados Unidos, impartió clases en la Universidad de Wisconsin, de Indiana y Colorado. También trabajó en el Instituto Nacional Indigenista en Chiapas en San Cristóbal de las Casas, en el Instituto Chiapaneco y en el Pen Club de México.

El presidente Luis Echeverría la nombra embajadora en Israel, en donde murió, el 7 de agosto de 1974, electrocutada en su casa de Tel Aviv.



Reproducimos uno de los más hermosos poemas dedicados a la gran escritora

Recado a Rosario Castellanos

Sólo una tonta podía dedicar su vida a la

soledad y al amor.

 

Sólo una tonta podía morirse al tocar una lámpara,

sí lámpara encendida,

desperdiciada lámpara de día eras tú.

 

Retonta por desvalida, por inerme,

por estar ofreciendo tu canasta de frutas a

los árboles,

tu agua al manantial,

tu calor al desierto,

tus alas a los pájaros.

 

Retonta, rechayito, remadre de tu hijo y de

ti misma.

 

Huérfana y sola como en las novelas,

presumiendo de tigre, ratoncito,

no dejándote ver por tu sonrisa,

poniéndote corazas transparentes,

colchas de terciopelo y de palabras

sobre tu desnudez estremecida.

 

¡Cómo te quiero, Chayo, cómo duele

pensar que traen tu cuerpo! —así se dice—

(¿Dónde dejaron tu alma? ¿No es posible

rasparla de la lámpara, recogerla del piso

con una escoba? ¿Qué, no tiene escobas la Embajada?)

 

¡Cómo duele, te digo, que te traigan,

te pongan, te coloquen, te manejen,

te lleven de honra en honra funerarias!

 

(¡No me vayan a hacer a mí esa cosa

de los Hombres Ilustres, con una

chingada!)

 

¡Cómo duele, Chayito! ¿Y esto es todo?

 

¡Claro que es todo, es todo!

 

Lo bueno es que hablan bien en el Excélsior

y estoy seguro de que algunos lloran,

te van a dedicar tus suplementos,

poemas mejores que éste, estudios,

glosas,

¡qué gran publicidad tienes ahora!

 

La próxima vez que platiquemos

te diré todo el resto.

Ya no estoy enojado.

 

Hace mucho calor en Sinaloa.

Voy a irme a la alberca a echarme un trago.

                                          Jaime Sabines

Multimedios Ámbar

Al pie del Cañón

RunRún

Fuente: Antología poética de Jaime Sabines.

Edición: Juan Balboa

7 agosto 2021.

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