Texto: Juan Balboa
Fotografia: Eliane Cassorla
Pocos como el
poeta Jaime Sabines, nació y murió el mismo mes: vino al mundo el 25 de marzo
de 1926 y falleció el 19 de marzo de 1999. El próximo fin de semana cumple 22
años que abandono la tierra de su amado Chiapas.
Tras sus
primeros estudios, que realizó en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas
(Unicach), se trasladó a Ciudad de México e ingresó en la Escuela Nacional de
Medicina (1945), donde permaneció tres años antes de abandonar la carrera.
Cursó luego
estudios de lengua y literatura castellana en la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y fue becario especial
del Centro Mexicano de Escritores, aunque no consiguió grado académico, el
autor del poema “Los amorosos”, comenzó su carrera literaria a los 18 años, momento
en que descubrió también que la medicina no era lo suyo.
En su obra,
Jaime Sabines utiliza un lenguaje cotidiano y sin adornos. Entre los temas que
inspiraron al autor, se encuentran el amor, el absurdo y la muerte.
La figura
de Jaime Sabines es ajena a grupos literarios. Fue un creador solitario,
buscaba la soledad y las sombras para parir bellos poemas con expresiones cotidianas
marcadas por la soledad, la muerte y el amor.
Publica Recuento
de poemas en 1962 en donde reúne sus obras; sus poemas y libros más leídos son:
Algo sobre la muerte Mayor Sabines, Los Amorosos, La señal (1951), Adán y Eva
(1952), Tarumba (1956), Diario, semanario y poemas en prosa (1961).
En 1965, la
compañía discográfica Voz Viva de México grabó un disco con algunos poemas de
Sabines con la propia voz del autor.
Su gran
poema Algo sobre la muerte del mayor Sabines (1973), es un poema dedicado a su
padre.
El poeta
que estaba casado con Josefa “Chepita” Rodríguez Zebadúa y tenía cuatro hijos,
fue enterrado en el panteón de sus padres.
Su familia
declinó el ofrecimiento del presidente mexicano en aquel momento, Ernesto
Zedillo, de velarlo en el Palacio Nacional de las Artes.
Como
periodista logré conocerlo y convivir en tres etapas. La primera junto a su
hermano Juan cuando el volcán Chichonal hizo erupción y sus cenizas cubrieron a
pueblos enteros.
En otras
dos ocasiones participé en reuniones con amigos comunes en donde se hablaba de literatura,
política, sus viajes. Se platicaba con gran conocimiento de cada tema.
Pero fue
hasta el verano de 1987 cuando sostuve la conversación más larga con el poeta
en el rancho de Yuria.
Hoy lo
recuerdo con gran admiración como poeta, persona y chiapaneco.
Juan Balboa
Al pie del
cañón
Marzo/2021
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