Estábamos conviviendo con amigos, famosos músicos, en La
Habana, en donde vivía en 1993. En una plática amena y mucha música de gran
calado me enteré que el cantautor puertorriqueño José Feliciano le había
solicitado a su par cubano Silvio Rodríguez una canción que hiciera referencia
a Navidad. Silvio pario una canción cuyo título es “Canción de navidad”, el
cual se refiere no sólo a navidad, también al fin de año y a los reyes magos.
Un gran amigo, escritor y músico él, siempre me ha dicho: “Las canciones de Silvio
son difícil de entender, son excelentes letras, y complicadas para interpretarlas”.
Tiene razón.
Feliciano incluyó la canción en su álbum “Latín Street” en
donde cantan a dúo. Silvio Rodríguez lo incluyó en su décimo álbum titulado “Rodríguez”,
es un disco dedicado a su padre.
Desde que escuché “Canción de navidad” se volvió el villancico de mis navidades, pues
es puntual al recordarnos lo superficial de las fiestas navideñas en donde la
vida se nos va en comprar y comprar, a unos, y otros sólo festejan sus miserias.
La escuché hoy domingo 24, muy temprano, la comparto.
CANCIÓN DE NAVIDAD
El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación;
y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.
La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.
Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.
Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.
Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud;
pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.
Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó:
al que su cotidiana lucha
me da razones para amarle:
a aquel que nadie le cantó.
Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.
Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.
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