Los cuentos del hermano Laco me enamoraron cuando era muy joven;
sus conversaciones literarias –las pocas o muchas que asistí- me hicieron
viajar por el mundo; el proyecto político de Laco, al cual me sume sin chistar,
tenía la bondad de un político, la sinceridad del chiapaneco y las ganas de cambiar el universo miserable
de Chiapas. No caminó porque él tomo una decisión que aún no entiendo: en pleno
jolgorio zapatista dejó, sin anunciarlo y en plena oscuridad, la Comisión
Nacional de Intermediación (Conai) que presidia don Samuel Ruíz.
Todo para aceptar una oferta del entonces gobernador Eduardo
Robledo Rincón (La Bruja), ser secretario general del Gobierno de Chiapas.
Agarró canicas quebradas y desechó el milenario ámbar.
Decidió no sólo dejar la Conai y sumarse a un gobierno que
nació fracasado. Abandonó también a muchos de los que seguíamos su proyecto y
de tajo rompió con sus dos de sus mejores amigos: los poetas chiapanecos Oscar
Oliva y Juan Bañuelos.
Él estaba enfilado a ser el primer gobernador de la izquierda
en México. Y nada más ni nada menos que en la frontera con América Central. Así
lo había planificado él y un grupo que convoco el propio Laco. La decisión de
sumarse a un gobierno ilegítimo como el de Eduardo Robledo Rincón (padre del actual
senador Zoé Robledo) nos alejó. Hace apenas un año nos volvimos a reencontrar
con el tema de Cuba. Quedó pendiente una entrevista y una plática sobre el país
que los dos consideramos como una segunda patria.
Crecí en el periodismo y la política siguiendo sus pasos.
Teníamos amigos comunes clandestinos que hacían un trabajo difícil reivindicando
a los indígenas tsotsiles, tojolabales, choles o tseltales. Siempre los apoyo.
Fue un hombre cabal hasta su vinculación con La Bruja. Había vinculación con
grandes luchadores del movimiento guerrillero de Guatemala, El Salvador y
vinculados con los verdaderos
Sandinistas, no me refiero a los sandinistas de hoy que comanda el cacique
pueblerino de Daniel Ortega. Laco era un hombre que creía en la igualdad entre
los que habitamos la tierra o, por lo menos, que naciéramos, creciéramos parejos.
Ese fue el papel que desarrollo como actor en las tres memorables películas: Reed,
México insurgente (1970), Campanas rojas (1982), El Norte (1983) y De tripas, corazón (1996).
Conocí a Paul Leduc, gracias a mi amiga Lourdes Pallais, como
30 años después que se estrenó Reed, México insurgente (1970). Quería mucho a
Laco. Después de la película se hicieron grandes amigos. Paul Leduc es un
hombre que creyó tanto en Laco que le resbalaron las críticas sobre la actuación
de Eraclio Zepeda en Reed, México Insurgente.
No había forma de cómo criticar una excelente película de
Leduc con un tema polémico en el México de los setentas. Se ensañaron con el
papel de Eraclio Zepeda como Pancho Villa. Decían que era un Pancho Villa
chiapaneco. Laco simplemente se reía. (CVV).
Juan
Balboa
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.
El
día que enterraron a Laco.
Reparto de Reed, México
Insurgente.
Claudio Obregón
John Reed
Eduardo López Rojas
general Tomás Urbina
Ernesto Gómez Cruz
capitán Pablo Séañez
Juan Ángel
Martínez
teniente Julián Reyes
Carlos Castañón
Fidencio Soto
Víctor Fosado
Isidro Amaya
Lynn Tillet
Isabel
Hugo Velázquez
Longino Güereca
Eraclio Zepeda
Pancho Villa
Enrique Alatorre
Venustiano Carranza
Carlos Fernández del
Real
Felipe Ángeles
Max Kerlow
Antonio Swafeyta, cochero
Héctor García
García, periodista
Luis Suárez
Periodista
Ignacio Lavilla
Cura
Luis Jaso
Secretario de Carranza
Galdino Gómez
Mayor, ayudante de Urbina
Mario Castillón Bracho
Mercenario norteamericano
Carlos Carrillo
Cantinero
Carlos Méndez
Dinamitero
Claudio Obregón: John Reed
Eduardo López Rojas: general Tomás Urbina
Ernesto Gómez Cruz: capitán Pablo Seáñez
Juan Ángel Martínez: teniente Julián Reyes
Carlos Castañón: Fidencio Soto
Víctor Fosado: Isidro Anaya