Juan Balboa
Andrés Manuel López
Obrador entra al Palacio Presidencial y su enemigo acérrimo en los medios de
comunicación es removido de la dirección
editorial del diario milenio. Todo mundo se pregunta: ¿Despido o renuncia?
No es ninguna sorpresa
porque los González, dueños de los diarios Milenio que se edita en la Ciudad de
México y otros estados de la República, tomaron la decisión al triunfo de López
Obrador en julio pasado. Sabían que no podría mantener a Carlos Marín al frente
de la dirección editorial, pues es considerado un periodista incómodo para el
nuevo presidente de México.
Marín no sólo critico
la actividad política y electoral del tabasqueño, fue burlón en sus dichos
sobre Andrés Manuel López Obrar y siempre desestimo la inteligencia política
del nuevo presidente.
Los dueños de Milenio
no quisieron arriesgar su relación con López Obrador simplemente por mantener a
Marín, quien llegó a dicha empresa cuando Milenio tenía el formato de revista;
quisieron mandar un mensaje al presidente electo y buscar un acercamiento con
su equipo de comunicación social.
Los dueños de Milenio
no remueven a Marín –quien fue un excelente reportero en Excélsior y Proceso
bajo la dirección de don Julio Scherer García- por buscar que el nuevo gobierno
federal les ofrezca un buen paquete de publicidad. Es sabido que AMLO limitará
los convenios de publicidad con los medios de comunicación, sean estos de
prensa escrita, radio, televisión o diarios digitales.
¿Cómo
se asigna la publicidad oficial?
Sin reglas claras y
precisas, con una total opacidad, falta de criterios, nula transparencia y el
gran vacío de leyes y legislaciones, la asignación millonaria de una publicidad
oficial en los gobiernos federal, estatal y municipal –en promedio llega a unos
12 mil millones de pesos mexicanos (905 millones de dólares) cada año– se ha
convertido en la herramienta más común para ejercer la censura indirecta, el
control mediático y la agenda política en México.
Organismos nacionales e
internacionales, investigadores y periodistas vinculados con el estudio de las
relaciones entre el poder y los medios de comunicación en México coinciden en
que la asignación de la publicidad oficial es “un medio de influencia” e incluso
chantaje a dueños de empresas y periodistas.
El panorama de los
medios en México, destacan los estudiosos de la relaciones entre el gobierno y
los medios, se caracteriza por una ausencia de pluralismo y de transparencia,
un alto nivel de concentración, el predominio de la radio y la televisión, un
servicio público débil, una gran cantidad de periódicos con baja lectoría y un
acceso limitado a Internet,
No hay transparencia para
seleccionar los medios y la publicidad que se va a usar. La publicidad oficial no
es utilizada, muchas ocasiones, para campañas de servicio social –vacunación,
educación, cultura, etcétera–; son más bien para promover la imagen pública de
los funcionarios federales o gobernadores, señala Artículo 19 y la Casa de los Derechos de Periodistas,
Las dos organizaciones
estudiosos de los medios de comunicación y defensores de los periodistas
lamentan que la concentración y el acaparamiento de la publicidad en los medios
de comunicación en México “haya llegado a extremos gigantes” y es un “verdadero problema en el país”.
Aseguran que en los
estados las direcciones de comunicación social tienen la misma estrategia y el porcentaje
de publicidad de la federación y la capital mexicana. El 50 por ciento, más o
menos, se va para las grandes cadenas de televisión y sus revistas del corazón,
espectáculo y femeninas.
Está claro que México
no puede llegar a tener éxito en la democratización de su panorama de los
medios sin abordar la multimillonaria asignación arbitraria de la publicidad
oficial que limita el pluralismo, la libertad de expresión y el acceso a la
información. La falta de criterios para la asignación de la publicidad oficial
influye fuertemente en la información que los medios mexicanos proporcionan y
distorsiona el debate público.
El manejo discrecional
y patrimonialista de la publicidad se traduce en un mecanismo de premio y castigo,
es una forma de control en la que no existe una legislación que la regule y
obligue al gobierno a hacer un uso transparente.
Coincido con muchos
periodistas, investigadores y catedráticos que es una promiscuidad la relación de
los medios con la autoridad. Los medios se tutean con el poder, su principal relación
de amasiato es con el poder.
Es una relación totalmente
correspondiente porque el poder galantea y pervierte a los medios. Es una
relación pervertida en los tres niveles de gobierno. Se refleja en el desprecio
del pueblo con los medios, la caída de la circulación es terrible. Todos los medios
impresos están sufriendo por la falta de lectores, es una relación inmoral.
Corre la voz, vos
El presidente electo de
México, Andrés Manuel López Obrador, se fue de vacaciones a una zona de Marqués
de Comillas, no a la Selva Lacandona. Son dos regiones completamente
diferentes, sí colindan, más nada. Marqués de Comillas es el último pedazo de
tierra antes de volverse Guatemala, ahí nace el río Salinas conocido también
como río Chixoy o río Negro. Toma el nombre en el vértice de Alta Verapaz y
Petén en los municipios guatemaltecos de Chises y Sayache. Estos ríos hacen
frontera con México, pues en territorio mexicano se convierte en el río
Usumacinta y Lacantum. Su extensión es de 112.70 Kilómetros y pertenece a la
vertiente del Golfo de México.